M. y yo salimos del City. Es martes noche, son apenas las 2 de la madrugada y quedan pocas opciones. No sé porqué, pero suelo relacionar el martes con el número 2. Imagino que porque es el segundo día de la semana, en cierto modo. Me resulta redundante decir "el martes a las dos". Sí, soy un poco raro.

El caso es que nos fuimos de allí, y en la puerta, esquinado, había un hombre. Nos llamó.

- ¡Ey! ¿Tocais la guitarra?

Lo miro de arriba a abajo. Veo que no está bien, pero es inofensivo. Le contesto.

- Claro tío.

M. se aparta un poco con desconfianza. El hombre insiste entusiasmado.

- ¡Pues mira las dos que tengo aquí!

Observo dos fundas de guitarra. Me ha tocado la fibra, así que le acerco.

- Mi mujer me ha preguntado, ¿donde vas a estas horas? Y yo le dije: ¡a pasear las guitarras!

- Guay.

- No me dejan entrar aquí, ¿sabes? Mira tio, mira las guitarras. La flame es guapa, pero te va a gustar mas la negra.

Comienza a abrir una de las fundas. Saca una "les paul" flame bastante guapa. Es una Eko.

- Mira tío, es una de mis 12 guitarras. Las tengo de mil quinientos euros.

- Y te gusta sacarlas a pasear, ¿no?

- Claro tío, jaja. Mira, a mi me hicieron una lobotomía. Tengo medio craneo de metal. ¿Ves como se notan los tornillos? Soy... ¡medio cyborg!

- ¡Coño, robocop!

- Jaja, ya ves tío. Estoy escuchando AC/DC.

Le devuelvo la flame tras probarla un poco.

- Toma tío.

- ¿Has visto coo están las cuerdas? Mira tío. Y luego el puente. Yo es que soy lutier.

- Uno de esos me vendría bien a mí para mi SG.

- ¿Sí? Pues si te ha gustado la flame, veras la negra.

Saca la otra guitarra de su funda. Es otra "les paul" Eko, negra perfilada en blanco. Me gusta más la flame, pero no se lo digo porque imagino que le dará igual.

La pruebo. La verdad es que suena bien. Pesa demasiado para mi gusto. Me sucede con todas las "les paul" que han pasado por mis manos últimamente. Imagino que el cuerpo será de caoba. También es lo habitual para este modelo.

Se la devuelvo.

- Guay tío.

- ¿Verdad? ¿Me ayudais a meterlas en las fundas?

Le echamos una mano. Se presenta y me pregunta mi nombre.

- Sam.

- ¡Sam!

No recuerdo su nombre, tengo pésima memoria. Quizá yo también debo haber sido lobotomizado cada noche. A veces me gustaría.

- Bueno amigo, seguimos con la ruta, un placer.

Hace los cuernos con ambas manos, las cruza sobre su pecho y hinca una rodilla en el suelo bajando la cabeza. Todo un honor. Cuando se levanta estrecho su mano. La agarra y sin soltarla, toma la de M. y nos las une. Nos desea suerte en la vida. Le deseo suerte también.

A pesar de todo, hay gente a la que le vendría mejor que a nosotros. Al fin y al cabo. Tanto él como yo hemos ido trazando la ruta que nos ha llevado a nuestro destino.

- ¿Donde vamos M.?

- Ah, no sé. Dímelo tú, ¡que eres quien lleva las botas con la suela de mapa!

Me río.

- Por lo pronto me han traído hasta aquí.