Bajé a personal a por un café... descafeinado, para que engañarnos... uno de esos capuccinos descafeinados de la máquina que saben a leche con cacao. Y ya sabeis que detesto la leche y que soy alérgico al cacao, pero creo que era más por estirar las piernas y por entretenerme con algo caliente un rato sin recurrir a las infusiones. No más tilas, por favor.

Eché el dinero en la máquina. Me giré y ahí estaba de nuevo. El jodido gato negro. De pie. Mirándome... Hacía tiempo que no sabía nada de él. Pues ha vuelto. Nada, lo mismo. Me acerco, huye y cuando giro, ya ha desaparecido por el inmenso pasillo de alicatado blanco y puertas cerradas a cámaras frigoríficas. Este gato tiene master.

Después volviendo lo vi en la cocina. Lo ignoré.

La noche ha sido larga, tediosa, deprimente. Casi me hace triplicar la medicación. Quería escribir pero no me salía nada, así que me limité a pasar "a limpio" el guión con el que estoy metido.

Ya volviendo a casa un pájaro ha chocado contra el cristal de mi coche. Yo conducía tranquilo. 100 km/h con el regulador activado. Escuchaba una y otra vez Blues for D. De Mark Lanegan... Me ha dado un poco por él porque tenía la intención de verle en directo en 1 de Diciembre en Sevilla y no conocía apenas 3 ó 4 canciones suyas en solitario.

Nada más chocar el pájaro encendi el limpiaparabrisas, con su chorrito de agua que deja aroma a desinfectante por unos segundos.

Había cigüeñas en sus nidos, en las torres de alta tensión. Muy poco tráfico.

Tengo que decidir si coger por Córdoba o por Mérida cuando suba a Madrid el finde que viene. Prefiero Mérida. Me parece más rápido y me conozco gran parte del recorrido... He mirado hoteles mientras desayunaba. Me hace gracia que me sale al mismo precio una pensión triste que un hotel 5 estrellas de mi cadena... Ya veré qué hago. Quiero ir a París. De todos modos al ir en coche la gasolina y tal se hace más llevadero a medias. Si fuese en tren tendría que dormir bajo un puente o algo...

No tengo sueño. Me he tomado los hipnóticos, que sumando a los de hace unas horas, no creo que tarden en surtir efecto, pero mientras me queda un poco para escribir. No me he terminado la bebida de soja, y el jamón había cogido gusto a frigorífico. Eso es algo que odio.

Me odio por odiar estas sandeces.

La otra noche, en el camino de vuelta desde Sevilla me iba quedando dormido. Eran casi las 4 de la madrugada. Me puse canciones y me puse a cantarlas y a grabar con el móvil. Como es lógico no voy a subir ninguna a ningún sitio. Sólo lo hice para mantenerme despierto. Fue complicado, pero llegué a casa.

Cuando salí del concierto me apeteció un cigarro. Otra de mis niñaterías de cuando tenía 17 años. No fumo. ¿Por qué esto ahora?

Oh, la Fender... y yo sin querer molestar a los vecinos... Cuando me beba la soja va a estar caliente. Ya debe estarlo...

Desaprovecho tantas ocasiones de morir que empiezo a pensar que le tengo apego a mi vida.


Me hace gracia el apellido del doctor del video. El señor Galletta... xD Le quita seriedad al tema. Yo también soy poco serio.

Si fuera un tipo serio no tendría un blog en el que contar mis delirios. No me haría ilusión salir a la calle con sombrero, ni tocar la guitarra cada segundo que tengo la ocasión. Recuerdo cuando compré mi primera guitarra. Me llevé ahorrando mucho tiempo. Se valoran más las cosas cuando se esfuerza uno por conseguirlas que cuando las recibe sin más. Yo últimamente recibo muchos halagos que no me esfuerzo en conseguir. Y los agradezco, en serio, pero no me lo estoy currando en absoluto. Parece que seduzco cuando no me apetece. Que es mi apatía lo que os hace perseguir un Sam que idealizais. No soy más que un puto yonqui de todas esas cosas horribles que mi cerebro necesita pasa continuar funcionando de manera mecánica. Sin salirse de los railes que lo conducen por el camino estipulado. Por la vía fácil. Porque cuando me salgo, y voy campo a través, me voy topando con las ramas de los árboles, que destrozan mi rostro, mi piel, mis manos. Rebiento mis pies contra las piedras y los tocones camuflados de lo que una vez fue un árbol.

Yo no pretendo ser escritor, ni actor, ni director de cine. No estoy aquí para ser una estrella musical ni para que me den un premio nóbel ni cambiar el mundo. Yo llegué aquí por casualidad, y pensé que podría quedarme un tiempo. Hacer algo por quienes tenía alrededor. Nunca pensé que tenía que hacer algo por mí. Pero quizá, hacer por mí lo que deseo, sirva para hacer por los demás lo que debería.

Cuando morimos estamos dejando un recuerdo o un legado que se olvidará, se hará leyenda o sencillamente os haga llorar o reir un rato. A mí sencillamente me da igual.