Learn to Love

3

Recuerdo mi etapa de instituto sin cariño ni desprecio. Me lo pasaba bien, no hay duda. Tenía club de fans en 3º de ESO cuando yo estaba en 1º y 2º de Bachiller. Se asomaban al balcón desde el pasillo de sus aulas cuando yo salía en los descansos a sentarme en los talleres solo o con algún amigo.

Fue en 2º cuando llegó Sonia. Una chica 7 años mayor que yo, pelirroja. Una mujer que por circunstancias venía como alumna y con la que poco a poco comencé a compartir cosas.

Nos pasabamos juntos las clases, los descansos, los recreos y alguna que otra mona... hablabamos muchisimo. Era la nueva chica explosiva del instituto, así que perdí el club de fans de las chavalas de 3º de ESO y me hice de fans masculinos de módulos, también años mayores que yo, que pensaban que estaba saliendo con ella y me adoraban y adulaban. Me había convertido en el absurdo macho alfa.

Yo llevaba ya escribiendo poesías y pensamientos desde 3º de la ESO... quizá empecé un año antes, cuando me regalaron aquel diario con las pastas de cuero. Pero todo aquello resultaba excesivamente inocente. Todavía yo no había comenzado a vivir entonces. A Sonia parecían fascinarle mis textos y mis ideas. Mis deducciones y mis dudas. Ella vestía ropa cara y elegante y yo con camisetas roídas y pantalones rajados. Su melena rizada y cobriza lucía siempre cuidada, mientras que mis greñas se enmarañaban sin mucho sentido, como en un caos universal.

Podría decir que eramos dos personas que nunca se hubieran conocido en un bar. Que incluso podrían haberse mirado con mutuo desprecio, porque para que engañarnos, todos somos prejuiciosos. Pero coincidimos, charlamos y congeniamos.

Nuestras conversaciones se extendían en el tiempo y el espacio. Nos tumbabamos sobre un banco de piedra compartiendo una litrona mientras hablábamos y ella jugaba con mi pelo. No solucionabamos los problemas del mundo con nuestros diálogos. Eran más simples, pero más profundos. Los dos tratábamos de adentrarnos en la mente del otro. Aprendíamos de la otra persona, pero yo, sobre todo, aprendí mucho de mí mismo.

No es que me cambiase. Defenderé que siempre he sido el mismo, a pesar de los altibajos que puedan haberme sucedido en la vida, pero sí comencé a ser más consciente de mi lugar en mi vida. De mis objetivos. Hablar con ella y escucharla, contestar sus preguntas y sus dudas, surtió algún tipo de efecto en mí.

Nunca estuve enamorado de ella. Lo nuestro era más que un rebelde de instituto y una chica explosiva. No nos unía el físico ni la voluntad de la manada. Estabamos por encima de todo eso.

De hecho, yo nunca había estado enamorado entonces y a ella le sorprendía. Me decía que si eso era así, no sabía lo que me estaba perdiendo. Muchas de las cosas que hablábamos, debido a esa inexperiencia mía, se me escapaban.

Las entiendo ahora, Sonia. Ojalá pudiéramos charlar de nuevo.

Man in the Box

4

Comenzaba a quedarme dormido y he sentido algo extraño... no creo en estas cosas, pero sentí que mi cuerpo se estaba vaciando. Me espabilé, pero no se fue esa maldita sensación. Mi alma me abandonaba... es el único modo de describirlo. Respiraba con fuerza para devolverla a mis entrañas, pero no entraba aire siquiera... era toda mi fuerza la que me dejaba, la que era succionada de alguna manera fuera de mí. La sentía, en serio! y ahora no consigo ubicarla.

No creo en el alma, lo dije. Somos un conjunto de reacciones químicas ajenas a nuestra voluntad más firme. No podemos sentirnos culpables por lo que sentimos o experimentamos. No podemos creer que somos dueños de nuestras acciones o nuestros cuerpos. Sólo somos el dios de millones de moléculas, porque ellas nos han creado.

Oigo un zumbido suave que penetra mis oidos. La almohada no ofrece ningún reposo a mi cabeza. Mis manos teclean torpes. Quiero golpearme contra la pared y perder la conciencia. Quiero ser incapaz de distinguir la realidad de lo onírico, o de las fantasías que rondan la cabeza de un esquizofrénico. De las batallas que libran a diario contra sí mismos, debería decir más bien. Quiero enloquecer. Ser un paria sin destino ni voluntad. Querría ser "no ser", pero sin que nadie se preguntase nada o echase en falta o de menos mi discurso inconformista y sucio. Sin dejar vacíos, ni rellenos. No ser en toda su plenitud y con todas sus circunsancias. No ser y no pensar, no sólo no saber, porque ya ignoro demasiado, sino no querer saber. Si me pierdo no me ayudará la fé. Si me encuentro no me sabré ayudar.

Vuelvo a sentirlo, vuelvo a sentir como se va. Aún quedaba algo ahí. Estertorea silenciosamente. No consigo sacarme esos sonidos de mi cabeza. No soporto recordar. Prefiero creer que fue un sueño, una alucinación cobarde por creer que fui valiente. Detesto que tenga que ser así la muerte. Odio profundamente la mentira en que nos educan. Odio a todos los dioses y a todos sus profetas. Los repudio desde cada una de mis células.

El azar me obliga a ver mi reflejo en un botón de metal plateado. Le doy la vuelta pero de nuevo se muestra ante mí tan patético como mi insomnio.

Creo que esto no soy yo, pero lo era. Lo fui y quise que volviera. Pedí que regresara. Ahora estoy empezando a darme cuenta. Lo que quería volver a tener no era más que el vacío. El recipiente vacío que he estado llenando. No es como morir o renacer... no puedo explicarlo... no es bueno, pero tampoco es malo.

Morid profetas, morid con toda vuestra casta. Os provocaría para que me dieseis el peor de los finales si realmente existieseis, deidades ridículas y lamentables. Mi ejercito sería de moscas y el vuestro de invisible éter.

Sólo quiero dormir y no soñar. No sentir que tuve alma o algo que perdí. No sentirme lleno ni vacío. Ni siquiera sentir. Poder dejar la mente en blanco, detener la electricidad que recorre mi cerebro. Sólo un momento. Sólo un momento... sólo... un... mome....n.....t.........o...