True Colors

Los aspersores prendían arcoiris a mi paso. Yo bajaba la cuesta hasta mi coche, dirección al océano. Los cristales estaban empañados por el relente de una noche húmeda. Subí, puse mi música y arranqué.

Estos días me había centrado en pensar en las personas que me habían hecho daño. Me alimentaba de eso, pensando que podía cambiarlo. Tratando de minimizarlo a pesar de las voces que se levantaban a diario incrementando el dolor. Relatando la ineptitud y la falsedad crecientes, como la luna de anoche, como la sonrisa de un ser que se antojaba azul. (Que tanto busqué para envolver, del que encargué una tarta con su forma que tuve que cancelar...)

Pero después de los últimos asaltos a mi razón, a mi orgullo, a mi respetabilidad como humano que ríe ajeno a las intenciones mas desagradables y rastreras, ya no me apetece pensar en las personas que me habían hecho daño.

Ayer oí en la televisión a un tipo pedante que decía que no podemos asegurarnos el futuro, pero sí podemos perder el presente.

Hay quien parece haber perdido el norte. Yo trato de recuperar una brújula que me guíe a un destino que debí haber seleccionado tiempo atrás.

Y es curioso como a pesar de haber buscado lo bueno, con constancia, en el lugar equivocado, al final me ha llegado de las formas más casuales.

Una amistad reciente, sin intereses. Sin rentas que deber. Alguien con una voluntad que te sorprende. Desbordado de buenas intenciones y cariño por quien apenas conoce.

Moguer

Luego, reencuentros. Un evento, una conversación breve y algo que queda ahí, como cristales rotos. Como una foto tratada o una charla sobre las guerras mundiales. Un camino que dejé atrás hace años y al que he regresado sin el temor inicial.

Ayamonte

Pasión desconcertante, intensa. Ilusión desbordada en mímica y palabras.

Cartaya

Sombras que han estado siempre atentas a mi motivación, aguardando el momento en que pudiera necesitar algo de luz, capaces de disiparse por dármela sin compasiones y con respeto.

Madrid

Un tesoro que perdí en el naufragio inesperado, y recuperé en cada encuentro. En esa confianza inquebrantable que por desgracia me alejó de ti.

Sevilla

Quienes no dejo que se atormenten con mi malestar. Vosotros todos, muchacha, tú, deidad nórdica de la muerte y la sabiduría. Tantos más. Que os aparto de mi lado por vergüenza y respeto.

Huelva

Cuanta luz me traeis a este océano sobre el que floto inerte. Que calor en la hipotermia de las olas que sacuden mi tristeza y la llevan de mi cabeza a mi estómago y de vuelta a una mente corroída por la sal.

Cuando salía de trabajar, los aspersores proyectaban arcoiris a mi paso. Vi los colores, los podía haber tocado. Pero preferí observar y veros en cada uno de ellos. Retener en mi devastada memoria por un segundo vuestras intenciones, más que vuestras caras. Más que vuestros nombres.

Comments (4)

Genial entrada, las mejores personas son las agradecidas. Gracias por la parte que me toca, y espero que el vigilante del hotel siga pensando que estás fumao (: será buena señal.

xDD gracias x leerme!! ^^ cierto, las mejores personas son las agradecidas. no se si eso demuestra madurez o no, pero al menos si demuestra respeto!!

Que así sea.

digno comentario para todo un dios nordico