Caín, ¿por qué lo escribes con k?
Es mi nombre, me gusta más así.
La carretera sobre el río parecía no tener final. Los faros del autobús no alumbraban más allá de lo que la niebla permitía que llegasen las miradas. La Luna, como un gran reflejo de sí misma, observaba desde un punto elevado, a la izquierda de los cansados ojos de los viajeros.
El Mario se ha quedado frito, ¿queda mucho?
Ya tenemos que estar llegando, siéntate y deja de preguntar.
Mira, parece que estamos entrando en el infierno.
Que cosas tienes tío. Caín, mira este lo que dice.
Ya lo he oído, dice la verdad.
Siempre que la palabra “infierno” era nombrada en alguna conversación entre los chicos se lo comunicaban a Caín. El mito religioso se había apoderado del nombre del joven a lo largo de toda su existencia. Sin embargo, no guardaba rencor a sus padres por ello, sino que se sentía orgulloso, les agradecía a diario la ocurrencia. Ese nombre no sólo le daba carácter, también le otorgaba poder.
Kaín, despierta, ya hemos llegado.
¿Sí? Me he quedado dormido, nunca me había quedado dormido en un autobús.
¿Qué autobús, Kaín?
¿Tú quien eres?, ¿por qué no hay luz?
Sí que hay luz Kaín, sólo tienes que abrir los ojos.
La Luna estaba oculta a medias tras la neblina; a través de los cristales del autocar, el infinito puente se extendía a uno y otro lado, limitado por la pesada oscuridad. Dentro del vehículo no había nadie. Caín se preguntaba de donde habría salido esa voz. Pensó que todos estarían fuera, que había ocurrido una avería.
¿Hola?
Nadie respondió al tímido saludo de Caín. La única evidencia que el propio chico tenía de haberlo dicho, era el vaho que salió de su boca. Se decidió a levantarse y abandonar el transporte, esperando (inútilmente) reunirse fuera con sus compañeros de clase y los maestros.
¡¿Hola?!.
Queriendo asegurarse ahora de que podría ser oído, elevó la voz, recibiendo igual respuesta que tras su primer intento. El sonido del río, que golpeaba los pilares del puente al pasar bajo él, acompañaba al viento que oscurecía los oídos de Caín impidiéndole percibir con claridad cualquier posible palabra lejana, engañando de este modo el sentido del chaval.
Una silueta, a escasos 200 metros, se alejaba con paso lento, vacilante, por el centro de la carretera. Caín la vio, y su intención fue caminar tras ella. No intentó siquiera detenerla con palabras, quizá desmotivado por sus infructuosos intentos anteriores. Quizá el deseo de seguir a esa silueta, presumiblemente la de una persona, el deseo de no continuar en soledad, impulsó al chico a no quedarse quieto, a no esperar a averiguar nada más que por sus propios ojos.
Espera – la voz apenas le salió. - ¡Espera!
La sombra parecía ignorarle, perdiéndose en la cada vez más espesa niebla. Caín aceleró el paso para tratar de alcanzarla hasta ver como esta descendía por unas escaleras situadas en uno de los extremos del puente. Caín frenó en seco. Había pasado por este lugar miles de veces de camino a su casa, pero no recordaba ninguna escalera. ¿Podía tratarse de un sueño? De ser así, no lograba despertar.
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k?? :S
Pues eso ¬¬
pero explicate U____U
jajajajaj mañana, que estoy viendo a Guardiola XDD
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