we can read between the lines

Foto: Sam - Canción: Sleeping with Ghosts, Placebo


No sé si he llegado a nombrar alguna vez a Sonia en este blog. Sí lo hice en el anterior, en Después de Abril. Bueno, cuando yo estaba en segundo de bachiller, con 17 años, de un día para otro apareció en clase esta chica de 24. Llegaba casi por casualidad. Yo seguía siendo un niñato y ella ya era una mujer. Una mujer con todas las letras. Su porte impresionante la convertía en deseo para la mayoría de los chicos, ya fuera entre los bachillers o los módulos. Pero ella en aquel entonces se acercó y me "eligió" a mí.

Como en las estúpidas series americanas. Yo, el chico grunge rebelde de segundo de bachiller, pasaba los recreos y las monas con la guapísima chica popular. Su melena rizada y cobriza no tenía rival. Su seguridad a la hora de hablar y esa mirada inquisitiva y fuerte que hacía temblar y dudar a quienes se le acercaban... Era Sonia y la amaban o le temían. Mi "club de fans" de la ESO moría de celos y los compañeros que me tenían como "el tipo extraño y solitario" ahora me envidiaban.

Pero a mí todo eso me importaba una mierda. Lo veo ahora, con la distancia de los años y me hace gracia. En aquel entonces no lo pensé siquiera. Lo importante de todo esto eran nuestros momentos, nuestras conversaciones y coqueteos. Los límites que nos imponíamos, porque sabíamos que lo que teníamos era perfecto en la manera en la que estaba.

Ella me hablaba del amor. Se sorprendió cuando le dije que yo nunca había estado enamorado, que nunca había sentido nada por nadie... Sonia me explicaba cosas que yo no comprendía. Las racionalizaba en cierto modo. Yo había tenido entonces sentimientos fuertes hacia otras personas, pero no podía llamarlo amor después de las lecciones que ella me estaba dando.

A ella le pasé mis primeros abortos literarios. Tiene poemarios míos que ni siquiera yo conservo. Detesto haber perdido su contacto y no recuerdo sus apellidos para buscarla por redes sociales... Quizá si me paseo por mis cuadernos de instituto los encuentre... Sonia... Sonia...

De vez en cuando acude a mi memoria, como ayer por la tarde cuando yo hablaba con un amigo de 18 años. Charlábamos un poco de todo y surgió el tema del amor y el desamor. Me confesó que nunca había sentido nada por nadie y no tuve que esforzarme para comprenderle. Fue más bien él quien se extrañó de que no lo tildase de raro. ¿Por qué iba a hacerlo? Yo mismo no supe lo que era esa droga hasta mucho después. Y no sé si pensar que hubiera sido mejor no conocerla. Permanecer frío y despreocupado como cuando era el pasota misterioso del instituto...

Cuando decidí ascender de los infiernos sin mirar atrás, creo que olvidé algo allí. Mi maldición me hizo volver a buscarlo. Y lo encontré... hurgando en mis heridas con sadismo.

Comments (2)

Inténtalo que ahora es más fácil que nunca encontrar a alguien o dejar que te encuentren, como prefieras decirlo.
Y ahora me pongo feminista y digo: Qué os gusta a los tios negar la mayor ¬¬

jajaja a que te refieres con lo de la mayor??