Sunset

Esta tarde vi la puesta de sol desde una terraza, tomando una cerveza, el océano al frente. Un barco rojo dragaba.

Conversaciones amables pero vacías en las que no encontraba nada.

Llegar a casa y ver los olvidos y las faltas de interés.

El egocentrismo repulsivo.

Mi desgana.

Últimamente he estado escribiendo en torno a mis influéncias. Parecía que al escribir, todo mejoraba. Que estaba haciendo algo útil, con sentido. Pero es absurdo. Soy absurdo.

La ansiedad crece a ritmos inesperados. Todo esto me supera. Estoy siendo drenado. Si tuviera alma, diría que se quiere escapar pero que mi cuerpo la retiene, que necesita un agujero nuevo por donde huir. No creo en el alma, pero sea lo que sea debe salir por algún sitio.

Recuerdo aquella serie que me gustaba. El protagonista, Frank Black, tenía una especie de premoniciones... Tras sufrir un trauma terrible, su pelo se volvió blanco al instante. Por algún sitio leí, o me contaron, que esas cosas eran posibles. Yo no me lo creo, pero si mi pelo se hubiese empezado a poner blanco por alguna experiencia traumática, habría empezado a hacerlo hace años, cuando tenía 17, y ahora estaría completamente cano.

Mi corazón va a explotar. Me gustaba jugar a no encontrarme el latido. Nunca lo encontraba. Ahora quiero que se detenga aunque sólo sea unos instantes, porque hace que me duela el pecho.

Me acuerdo de algunas escenas de Romeo y Julieta.

ROMEO Vamos, ven aquí. Veo que eres pobre. Toma cuarenta ducados y dame un frasco de veneno, algo que actúe rápido y se extienda por las venas, de tal modo que el cansado de la vida caiga muerto y el aliento salga de su cuerpo con el ímpetu de la pólvora inflamada cuando huye del vientre del cañón.

BOTICARIO De esas drogas tengo, pero las leyes de Mantua castigan con la muerte a quien las venda.

ROMEO ¿Y tú temes la muerte, estando tan escuálido y cargado de penuria? El hambre está en tu cara; en tus ojos hundidos, la hiriente miseria; tu cuerpo lo visten indignos harapos. El mundo no es tu amigo, ni su ley, y el mundo no da ley que te haga rico, conque no seas pobre, viola la ley y toma esto.

BOTICARIO Accede mi pobreza, no mi voluntad.

ROMEO Le pago a tu pobreza, no a tu voluntad.

BOTICARIO Disolved esto en cualquier líquido y bebedlo y, aunque tengáis el vigor de veinte hombres, al instante os matará.

ROMEO Aquí está el oro, peor veneno para el alma; en este mundo asesina mucho más que las tristes mezclas que no puedes vender. Soy yo quien te vende veneno, no tú a mí. Adiós, cómprate comida y echa carnes. [Sale el BOTICARIO.] Cordial y no veneno, ven conmigo a la tumba de Julieta, que es tu sitio.

Bajo al comedor de personal a por un café. Un festival de ruidos ensordecedores me recibe. El extractor de humos del show cooking, el aire acondicionado en la cocina, un ruido metálico que jamás había oído, proviene de las cámaras de frío. La máquina de hielo deja caer los cubitos como monedas en un jackpot. Paso por el pasillo que lleva al comedor de personal. La puerta de emergencia está abierta. La cierro. Miro al suelo para descubrirlo plagado de hojas secas de pino. Entro definitivamente al comedor. Otro ruido incesante, como de grillos robóticos agrede a mis sentidos. La máquina de café me resulta más escandalosa que nunca. ¿Cómo puedo detener este infierno?

Termino de leer Romeo y Julieta...

ROMEO [...] Aquí, aquí me quedaré con los gusanos, tus criados. Ah, aquí me entregaré a la eternidad y me sacudiré de esta carne fatigada el yugo de estrellas adversas. ¡Ojos, mirad por última vez! ¡Brazos, dad vuestro último abrazo! Y labios, puertas del aliento, ¡sellad con un beso un trato perpetuo con la ávida Muerte! Ven, amargo conductor; ven, áspero guía. Temerario piloto, ¡lanza tu zarandeado navío contra la roca implacable! Brindo por mi amor. [Bebe.] ¡Ah, leal boticario, tus drogas son rápidas!

Con un beso muero.



Sólo conozco esta obra a través de la visión del director de cine Baz Luhrmann. Me pareció una película increible. Aparte, he tenido que leer algo de Shakespeare. Otelo, El mercader de Venecia... Y he visto otra película más convencional sobre Hamlet. O eso creo recordar.

Quizá sólo vi el final.

Esta memoria no me sirve para nada. Sólo me recuerda lo terrible que es todo, lo falsas que son las personas.

El vigilante habla con el mosquito al que acaba de matar.

Quiero tirarme en el cesped con una conversación, y que alguien no muy lejos toque canciones de Nirvana con su guitarra. Que el sol no ciegue, que se filtre entre las hojas de los árboles. Que el clima sea de un otoño frío.

Quiero anotar algo, guardarlo en el bolsillo de mi camisa de cuadros. Pararlo todo en ese momento.


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