Guerra... o no...



Tenia escrito un post sobre berlusconi (en minusculas) hablando sobre la mentira, la doble moral, la hipocresia del poder y todos esos sinónimos gubernamentales, pero después de redactarlo, me di cuenta de lo increiblemente fácil que resulta criticar a personajes de su talla. Quizá por eso no me gusta personalizar mis críticas, porque si jugamos un poco con los anonimatos, se hacen más generales y podemos ver cada uno la realidad que más se ajuste a nuestra experiencia. ¿O no?

El caso es que me ha parecido una entrada tan fácil y tan obvia que he preferido no publicarla. Pero tampoco quiero dejar de lado todo esto de la mentira del poder y tal.

No me ha molestado hoy especialmente cuando he sacado un café en el trabajo (soy de esos que también trabajan en domingo sin ser cura) y no ha salido azucar. He movido el brebaje automáticamente y he tirado la cucharilla de plástico a la papelera, como hago siempre. Después, el primer y amargo sorbo. Pero como ya digo, no me ha importado mucho. Últimamente me resulta demasiado empalagoso el cafe y poco a poco iba reduciendo la dosis de azúcar que salía de la máquina. No ha supuesto ningún drama.

¡Hay otros dramas que atender en este mundo! Y no podemos esperar a que lo haga don fetuchini berlusconi (sin animo de ofender a sus conciudadanos)

Hace poco fallecía otro militar español en Afganistan. Lamentable, como cualquier víctima de un conflicto bélico. Moría por una acción violenta, un atentado, o como quieran llamarlo. Porque pueden llamarlo de cualquier manera, pero nunca dirán que es una guerra.

Los políticos se pierden en etimologías y semánticas. Porque su poder es la oratoria, y la palabra es en lo que se basa. Y por no usar una palabra, usan otras que vienen a significar lo mismo. No importa si la misión es de paz. Ya lo decía... ¿un militar?

"si vis pacem para bellum"

Si quieres la paz, prepara la guerra. Y así es. Las misiones de paz, esas en las que hay personas armadas, que entran en conflicto unas con otras, donde hay riesgo de muerte violenta a manos de manos violentas, son guerras. Y aunque queramos llamarlas "paseo por el parque en una tarde de abril" como si se tratase de un cuadro impresionista, no dejarán de ser lo mismo. Yo puedo tener un perro que se llame trueno, pero no dejará de ser un perro.

Y tras la noticia de la muerte del militar, más noticias de corrupción política. Fulanito se lleva el dinero de su ayuntamiento, a sotanito le hacen una sotana con botones de oro y a menganito lo han vuelto a pillar gastándose el dinero en los burdeles que no debía. ¡Pero no pasa nada! Porque igual que la guerra no era guerra, ¡esto tampoco es corrupción! Resulta que se llama algo así como "casos aislados"

¡Y se atreven a llamar a la 'gripe A' pandemia! Podríamos ver una gráfica de cuantos casos de una y otra enfermedad se han dado a lo largo del año. La corrupción es la auténtica pandemia aquí y la gripe A los casos aislados en los que insisten. Pero es que es muy fácil pintar las palabras con el color que queremos. Es como cuando escribes azúl en rojo. Es fácil confundir y engañar a nuestros cerebros primitivos. Es tan fácil como criticar a berlusconi. Tan fácil como llamar misiones de paz a las guerras. Tan fácil como destapar un caso de corrupción en un ayuntamiento de España.

Y de nuevo todos caemos en la doble moral, cuando las noticias anuncian a bombo y platillo que el insurgente que organizó el atentado/ataque/asesinatoalfinyalcabo del soldado español, ha sido abatido bajo el fuego aliado y nos alegramos, congratulamos y celebramos la grandiosidad de la nación que es capaz de hacer justicia con el ojo por ojo, los mismos que nos echamos las manos a la cabeza con la pena de muerte.

Porque la venganza, supongo, es natural, aunque sólo alivie a los que no hemos perdido nada en el camino, porque de poco consuelo le servirá a la madre del soldado español o a la madre del militar extranjero.

Somos unos malditos hipócritas, que damos a cada cosa el valor que creemos que merece según nos beneficia y según nos hace sentir, aplicando a situaciones idénticas, medidas opuestas. Somos incapaces de ser objetivos, de admitir los errores, de reconocer el daño. Nos creemos el cúlmen de la evolución animal cuando nos hemos convertido en la peor expresión de la misma. Tenemos una habilidad innata para engañar y mentir y sacar el máximo beneficio personal. La facilidad de tergiversar las palabras y los hechos para convertir un proyectil que viene contra nosotros en un proyectil aún más potente lanzado por nosotros. Los seres humanos somos despreciablemente dañinos para nuestra propia especie y para cualquier otra. Los conflictos armados son el peor reflejo de nuestras frustaciones. O lo que es más, de las frustraciones de los dirigentes, que no gestores, de una sociedad autómata y temerosa.

Por desgracia, nos estamos acostumbrando a esto y cuando ocurren hechos que deberían revolvernos de nuestros asientos, los miramos asqueados, como un café demasiado empalagoso al que le vamos quitando poco a poco el azúcar. Hasta que un día sale de la máquina sin nada de esta, y nos da igual.

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